La seguridad de nuestro vehículo disminuye a medida que aumenta el desgaste de los neumáticos. Parece obvio, pero aún son muchos los conductores que asumen el riesgo, ya sea por desconocimiento o bien por falta de atención al mantenimiento de los mismos.

Con el paso del tiempo y del uso, las ruedas pierden agarre, no evacúan el agua de la misma forma y, además, aumenta el riesgo de sufrir un reventón.

Existen dos tipos distintos de desgaste del neumático, ¿los conoces? Si la respuesta es NO, sigue leyendo.

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Desgaste por el interior

Esta tipología de desgaste se da cuando no llevamos la presión adecuada. El problema aparece cuando nuestras ruedas están más hinchadas de lo normal, con una presión por encima de lo correcto.
Los neumáticos se desgastan por dentro, por la parte del medio, y tienden a adquirir forma de “huevo”. Este problema supone un desgaste por la parte central, quedando el exterior intacto. La zona interior es la que está más en contacto con el suelo y, si está desgastada, vamos a perder este importante agarre de la rueda.

Las consecuencias de este desgaste desigual pueden ser terribles, como el aumento en la distancia de frenado o el “famoso” aquaplanning.

Por ello, es vital revisar la presión de los neumáticos de nuestro coche y seguir los consejos de los fabricantes.

Desgaste exterior

En este caso, como es evidente, las causas son totalmente opuestas al desgaste interior. Cuando los neumáticos se desgastan por la parte de fuera significa que tienen falta de presión o un exceso de carga.

Además de no ser el estado óptimo para que nuestro vehículo sea seguro, este problema provocará un aumento en la factura del carburante. Los neumáticos desgastados por el exterior tienen como consecuencia un mayor consumo de combustible y una mayor distancia de frenado.