El uso del lubricante es fundamental para el correcto funcionamiento y mantenimiento de las distintas piezas del motor. Este líquido evita la fricción y, por tanto, el buen funcionamiento de los elementos y la mecánica.

En este post te damos una serie de consejos con los que, probablemente, aciertes a la hora de escoger el idóneo.

Saber qué caracteriza al lubricante. Conocer cuáles son las propiedades de este complemento es vital para la correcta selección. El lubricante debe ser viscoso, aunque también es primordial su untuosidad, el grado de congelación, el punto de inflamación y la estabilidad.

En este caso, mejor lo sintético. Existen dos tipos de lubricantes, por un lado los minerales, y por otro lado los sintéticos. Los primeros son el resultado de un proceso de destilación de petróleo y lo segundos surgen de un proceso químico.

Aunque los minerales son mucho más económicos, deben ser sustituidos con más frecuencia. Por su parte, los sintéticos ensucian menos, protegen más y ofrecen mayor duración.

Obedecer a los fabricantes. Seguir las recomendaciones de las marcas es imprescindible y, en este caso, se guían por la escala SAE, la cual tiene en cuenta la viscosidad. El lubricante se vuelve más viscoso o menos en función de la temperatura.

Una viscosidad excesivamente alta provocará que, en frío, el motor sufra a la hora del arranque. El motivo es porque al líquido le cuesta más avanzar por las válvulas y conductos. Por el contrario, si se trata de un lubricante demasiado bajo en viscosidad podrá no lubricar correctamente y generar, por tanto, problemas de fricción.

Por todo ello, debes seguir siempre las instrucciones del fabricante y utilizar el indicado o, en su defecto, uno con las mismas características. En Lubrimed te asesoramos a la hora de escoger cuál es el mejor del mercado actualmente. Consulta con nuestros profesionales todas tus dudas y preguntas.